Los niños/as son una de las poblaciones más vulnerables al coronavirus, especialmente a los efectos psicológicos que ello conlleva. Durante este periodo, muchos niño/as han perdido a familiares, han tenido que cambiar sus hábitos de vida, se han separado de sus amigos/as y han abandonado su rutina diaria. Recordemos que los niños/as no son humanos en miniatura, sino que en su proceso de desarrollo, las relaciones sociales, las interacciones con el entorno favorecen y potencian su desarrollo.
La situación actual está afectando a salud mental de los niños/as, así como a su modo de relacionarse con el entorno. No es de extrañar que el confinamiento (total mente necesario actualmente) haya desarrollado en los niños/as ciertas problemática como problemas para dormir o para comer, llorar sin motivo aparente, atraer la atención de los adultos de forma inadecuada…. Y otros muchos hayan mostrado emociones como apatía, tristeza, enfado, cansancio o miedo. Si no se interviene con los niños/as, muchos de ellos comenzarán a desarrollar problemas emocionales y conductuales que se prorrogarán en el tiempo y muchas patologías previas podrían agudizarse.
- El primer paso que debemos dar es la normalización de esas emociones haciéndole ver que el sentir emociones es una condición humana y que los adultos también sienten lo mismo. No hay mayor explicación que educar con el ejemplo. Para ello nuestro lenguaje y forma de expresarnos debe ser emocional. No tiene sentido que se le pida a un niño/a que exprese sus sentimientos cuando en casa no se habla sobre ellos. En otras palabras, para que un niño/a aprenda el hábito de la lectura no basta con darle un libro, tiene que ver como en su casa las personas leen, de igual forma ocurre con las emociones, hay que predicar con el ejemplo.
- El siguiente paso es explicarles, adaptándose a su nivel de edad, lo que está ocurriendo. Escuchad lo que el niño/a tiene que decir al respecto y tratad de resolver sus preguntas. Cuando una persona tiene dudas o no sabe muy bien lo que está ocurriendo, su cerebro de forma automática reconstruye esos huecos, dándole un sentido a los acontecimientos que tal vez dicta mucho de la realidad, desencadenando muchos de los sentimientos de los que hablábamos anteriormente.
- En tercer lugar, una ayuda a sobrellevar la situación de una forma más saludable para los niños/as es estableciendo rutinas. Hay que tratar de organizar el tiempo y lo que se va a hacer con él. Las rutinas ayudan a predecir los acontecimientos y hacen que haya menos incertidumbre en el día a día, así como menor gasto mental de lo que vamos a hacer o como nos vamos a entretener. Las situaciones poco rutinarias nos generan mayor consumo de energía, así como más estrés y peores respuestas entre las interacciones que se van a dar en el hogar. Es importante, a su vez, diferenciar entre fin de semana y días de diario. Todo esto no quiere decir que algún día sea más flexible y se rompa la rutina, como pasaba de igual forma antes de nuestro confinamiento.
- Ante la aproximación de la salida de los niños/as hay que marcar unas pautas muy claras de salida con ellos para evitar problemas de salud y a su vez problemas psicológicos y de adaptación al entorno. En este enlace podréis encontrar información al respecto de cómo hacerlo. https://www.mscbs.gob.es/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/nCov-China/documentos/GUIA_DE_BUENAS_PRACTICAS_EN_LAS_SALIDAS_DE_LA_POBLACIOON_INFANTIL_DURANTE_EL_ESTADO_DE_ALARMA.pdf
El volver a la normalidad no implica solo volver a hacer todo lo que no se ha podido hacer hasta ahora, sino que también implica regresar con el mayor equilibrio mental posible y con un aprendizaje personal para evitar posibles problemas en el futuro.
Todos los mayores han sido niños primero, pero pocos lo recuerdan
Antonie de Saint-Exupery
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