La ansiedad es uno de los más frecuentes trastornos que llevan a las personas a solicitar atención psicológica en nuestro centro. Por tanto, no es de extrañar encontrar alrededor de 4.110.000 resultados cuando introducimos dicho término en Google y unas 7.700 referencias científicas relacionadas con la temática desde 2015 cuando hacemos una búsqueda en Google académico.
La ansiedad se define como el miedo anticipado de un peligro que conlleva una serie de cambios fisiológicos y sentimientos desagradables. Al hilo de esta definición, se da por hecho que es algo desagradable que nadie quiere experimentar que conlleva un elevado sufrimiento mental y físico. Es por este motivo, que los principales títulos de los libros relacionados con el la ansiedad hagan alusiones al modo de eliminar, controlar, bloquear o terminar con la ansiedad. Es lógico pensar que la ansiedad debe ser eliminada de nuestras vidas, pero ¿Qué sucede cuando todos nuestros empeños están depositados en deshacernos de la ansiedad? ¿Qué ocurre cuando esta no desaparece de nuestra vida y cada día está mas presente, llevándose consigo todos nuestros objetivos de vida? En ese momento podemos sentirnos perdidos y comenzamos a desarrollar estrategias de afrontamiento de la situación que no hacen, sino más, hundirnos y conducirnos hacia experiencias aun más desagradables.
El problema que plantea la ansiedad, al igual que muchos más trastornos psicológicos, es que no se rige por las leyes del control o de la razón. No por mas que razonemos con nuestra ansiedad y le digamos que no es el momento de ocurrir ella no se va a presentar en nuestras vidas y es justo en ese momento en el que sentimos la perdida de control en el que la ansiedad toma las riendas de nuestra vida y comienza a dirigirnos hacia caminos que nos alejan de nuestras motivaciones.
Muchos pacientes en este punto y con la idea de mejorar plantean la siguiente duda “¿Cómo puedo librarme de mi ansiedad para que esta no tome el control de mi vida?” El problema es que esta pregunta está mal planteada, puesto que la ansiedad no es algo de lo que uno se pueda librar. La ansiedad es como una planta que al regarla cada día con nuestra atención y nuestro esfuerzo se va haciendo mas grande y fuerte. El objetivo no reside en arrancar esa planta, sino en saber que está ahí, en aceptar que forma parte de mi vida y en continuar hacia nuestros valores vitales. En otras palabras, no porque no queramos la ansiedad esta va a dejar de estar presente. Es necesario que estemos abiertos a la ansiedad y seamos capaces de aceptarla como una emoción mas dentro de nuestro repertorio emocional, sin darle mas fuerza o valor de la que realmente tiene. Dejarla estar. Dejarla que este presente. No pedimos que nos guste, pero tampoco que nos disguste. No entrar en valorar las emociones, no entrar en debates internos con nuestros pensamientos, no luchar mas.
Cuando somos capaces de hacer cabida a las emociones que no nos gustan como la ansiedad, la atención que le prestamos a esta va disminuyendo y va perdiendo la fuerza que en otros momentos le hemos otorgado. Por lo tanto, la “lucha” contra la ansiedad no es una lucha dirigida hacia la propia ansiedad, sino una apertura hacia la misma dentro de nuestra vida diaria. Al mismo tiempo, debemos encaminarnos hacia nuestros valores y objetivos vitales, haciendo que no sea la ansiedad quien determine el camino que debemos recorrer sino nuestras motivaciones e intereses. De este modo, en el hacer diario iremos adquiriendo una buena calidad de vida y descentraremos nuestro foco de atención hacia lo que realmente nos importa: nuestros valores.
Referencias:
- Hayes, S., Stroshal, K. y Wilson, K. (2014) Terapia de aceptación y compromiso: Proceso y práctia del cambio consciente. Bilbao: Desclée
- Wilson, K y Luciano, M.C. (2012) Terapia de aceptación y compromiso: un tratamiento conductual orientado a los valores. Madrid: Pirámide
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Me ha gustado mucho tu artículo, es muy completo.