Las consultas psicológicas durante los procesos de separación han aumentado durante los últimos años y es que cada vez, los padres están más preocupados sobre la salud mental de sus hijos y la repercusión de este proceso en su desarrollo. En este artículo, nos centraremos en los estilos educativos. 

Es inevitable que cada padre ejerza su propio estilo educativo. Lo que con anterioridad en la pareja se podía cambiar, llevar de una forma unánime o que un único progenitor ejerciera la crianza, en situaciones de separación cambia. Por una parte, es favorable, puesto que ambos progenitores van a tener que estar implicados en la crianza de su hijo/a, pero tiene la problemática de no siempre estar de acuerdo sobre el estilo ejercido por el otro, con la dificultad de no poder intervenir directamente para modificar el mismo. Aquí los padres/madres han de hacer un ejercicio de aceptación personal, de que el estilo educativo que, en su opinión es más correcto no sea ejercido por la otra parte. Ante situaciones obvias de abuso o mal trato, en ningún caso debemos debemos llevar a cabo dicha actitud, y por lo contrario tenemos que tomar la determinación de poner la situación en manos judiciales. 

Ante la situación de diferentes estilos educativos, a muchos padres les pueden surgir las siguientes dudas: ¿Mi hijo se volverá loco ante dos formas de actuar? ¿Va a ser algo negativo para el niño? ¿Y si la otra parte lleva un estilo permisivo y yo más autoritario y deja de quererme?

Los niños tienen una gran capacidad de adaptación, y aunque en primera instancia, la separación de los padres sea un foco de estrés, los niños son capaces de adaptarse a diferentes situaciones. De ello dependerá por supuesto, la relación y comunicación de los padres tras la separación, la implicación hacia su hijo y el uso de la custodia. 

  • La relación de los padres tras la separación

Cuando una pareja llega al punto de la separación, especialmente teniendo hijos, es una decisión dura y en muchas ocasiones derivada de una falta de entendimiento por parte de los mismos. Por este motivo tras la separación es un duro trabajo el llevar a cabo una buena relación de comunicación. Sin embargo, las ex parejas que mantienen mejor comunicación únicamente para lo relacionado con sus hijos favorecen una adaptación más positiva de los mismos al proceso de la separación y favorecen un desarrollo en armonía del niño/a. Las crianzas en las que uno a otro “se ponen la zancadilla” o dificultan el ejercicio de la crianza, perjudican directamente el desarrollo de los niños/as, además de reflejar un inadecuado estilo de relación que puede repercutir directamente en sus relaciones sociales o en sus relaciones afectivas futuras.

  • Implicación de los padre

La adecuada implicación de ambos progenitores tras la separación fortalece los vínculos de confianza y el apego entre ambos. En casos en los que la crianza era ejercida únicamente por uno de los progenitores, cuando se encontraban en pareja, da la oportunidad, ahora, a ambos a poder establecer vínculos de apego con su hijo/a. Sin embargo, si tras la separación, uno o ambos progenitores, evaden su responsabilidad de crianza, puede hacer que el niño/a se sienta poco querido, abandonado y desarrolle un apego inseguro, generando diversos problemas afectivos en su futuro, así como en el establecimiento de sus relaciones sociales. En algunos casos, si bien, ciertos roles son ocupados por otras personas próximas al menor como son abuelos, hermanos mayores o nuevas parejas de sus padres.

  • Uso de la custodia

La solicitud de la custodia debe ser siempre por el bien de los niños/as y no destinada a satisfacer los conflictos entre los padres.

La adaptación de los niños como una capacidad personal

Muchas familias, se preocupan por que los diferentes estilos educativos generen alteraciones en los niños. Lo ideal es que ambos padres establezcan los mismos hábitos educativos, pero no siempre esto es posible. Los niños sin embargo, son capaces de adaptarse a diferentes estilos educativos, por ejemplo, en el hogar se puede establecer una serie de medidas diferentes a las establecidas en el colegio y los niños son capaces de adaptarse a ambas fórmulas educativas. Sin embargo, la desacreditación que una parte hace de la otra, o como en el ejemplo, la desacreditación de un padre a la autoridad del colegio es lo que genera los problemas derivados en el otro espacio. El rechazo de un progenitor hacia el otro, es lo que hace que el niño tenga dudas sobre el adecuado estilo que se ejerce en cada hogar y es lo que puede dar lugar a los problemas de conducta. Es muy importante, no hablar delante del menor de forma negativa del otro progenitor o de su forma de educar. Y como siempre, ante la sospecha de que el estilo educativo fuera abusivo hay que tomar medidas en el asunto. 

La convivencia en la custodia, también es a veces una preocupación. Cuando el niño/a no quiere marcharse, hace pensar que no está bien en el otro hogar. Esto es posible, pero en la mayoría de los casos, suele estar más relacionado con no dejar a su progenitor habitual, la falta de contacto con el otro u otros motivos (no separarse de su casa, amigos, juguetes, etc.). Para intervenir en estas situaciones es importante:

  • Que el niño/a nos vea tranquilos en su marcha. Eso no implica el dolor que nos produce, pero frente al niño hay que mostrar cariño y seguridad. Los niños/as pueden desarrollan sentimientos de responsabilidad emocional o de abandono hacia el progenitor que “dejan solo”.
  • No hablar negativamente del otro progenitor.
  • Dar la oportunidad de establecer el vínculo de apego con el otro.
  • Si el niño es más mayor, pedir que participe en la elaboración de su propia maleta.
  • Hacer un calendario para saber el tiempo que va a estar en un hogar y en otro.
  • Facilitar y favorecer la comunicación a diario con el progenitor que no está. 
  • Conocer los gustos e intereses de los niños/as.
  • No rendirnos. Si al principio no conseguimos estar todo el tiempo pautado, no abandonar y tratar de hacer aproximaciones cada vez con más tiempo. 

Existen muchas más dificultades derivadas de la separación. Para ello, es importante consultar a profesionales especializados. Desde nuestro centro podemos darte cita para resolver cuestiones concretas.

 

«La separación en sí misma es un proceso duro para los niños, pero la relación entre los padres puede marcar la diferencia entre el estrés y el trauma.»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

* Al solicitar información, declaro que conozco y acepto la política de privacidad de este sitio.

Los datos de tus comentarios están seguros. Responsable: Iraida Yasmina Puerta Porcel. Finalidad: moderar los comentarios. Legitimación: tu consentimiento. Destinatarios: no cederé tus datos a terceros, salvo obligación legal. Derechos: tendrás derecho, entre otros, a acceder, rectificar, limitar y suprimir tus datos.