Las medidas excepcionales anunciadas el pasado 14 de Marzo por el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, obligan a los Españoles a permanecer en sus hogares con el objetivo de controlar la pandemia que se está sufriendo a nivel mundial.
No se poseen datos científicos sobre los efectos psicológicos de una reclusión de este tipo, puesto que es un hecho sin precedentes. Los estudios más aproximados son los realizados con presos privados de libertad en cárceles y penitenciarias. Los síntomas más frecuentes del encarcelamiento suelen ser la ansiedad, la despersonalización, la perdida de la intimidad, efectos sobre la autoestima, falta de control sobre la propia vida y la ausencia de expectativas.
La despersonalización conlleva la perdida de la individualidad y la perdida de la intimida una convivencia forzosa sin límites entre personas, hechos que a lo mejor, no son extrapolables a la situación actual. Sin embargo, si pudieran serlo la ansiedad, la autoestima, la falta de control sobre la vida y la ausencia de expectativas. (Echeverri, 2010).
La ansiedad es una emoción relacionada con el miedo a lo inesperado, desconocido o incontrolable, características que cumple la reclusión en los hogares. Los estudios con adolescentes muestran que al menos el 22,8% muestran ansiedad ante el internamiento. (Ferrer et al. 2008). De igual modo, la autoestima, la cual es una valoración de la propia valía personal a través de los esfuerzos diarios dirigidos a las metas o valores personales se va a ver afectada al encontrarse muchas de esas metas fuera de nuestro alcance físico. La falta de control sobre la propia vida al verse impuestas unas normas que rompen con el progreso de la cotidianidad provoca un abandono de la capacidad de decisión, así como la imposibilidad física de participar en situaciones del mundo externo y que nos sitúan personalmente en la esfera social. Por último, la ausencia de expectativas, en el caso de los presos, hace que su comportamiento, conducta y actitud vital se dirija hacia la consecución de un único objetivo final: recobrar la libertad.
Además, la edad del individuo, su nivel cultural y su trayectoria penal facilitan o dificultan la adaptación, siendo más compleja en personas jóvenes, personas con mayor nivel cultural y con menor reincidencia delictiva.
Todo esto extrapolado al tema que nos ocupa nos hace sospechar que las personas en recluidas en sus hogares pueden presentar síntomas psicológicos similares a los descritos anteriormente en la población penitenciaria. Debido a desconocer el tiempo real que nos aguarda de reclusión quiero aportar una serie de consejos para facilitar la adaptación al nuevo entorno y mitigar la aparición de estos síntomas.
- Crear una rutina en casa.
- Vestirnos y cambiarnos de ropa. No estar todo el día en pijama.
- Guardar una rutina de sueño normal. No trasnochar en exceso.
- Tratar de realizar actividades con nuestros familiares: juegos de mesa, manualidades, cocinar, etc.
- Turnarse para realizar las actividades en el exterior tales como sacar al perro o tirar la basura.
- Los niños y adolescentes deben dedicar un rato a realizar funciones académicas y a leer, al menos 1 hora al día.
- Hacer ejercicio dentro del hogar en la medida de lo posible.
- No descuidar la higiene personal: cepillarse los dientes, lavarnos la cara, etc.
- Precaución, especialmente en los jóvenes de pasar horas y horas jugando a videojuegos y viendo demasiado la televisión.
- Tomar un poco de sol aprovechando los balcones y las terrazas.
Desde esta web nos ponemos a disposición de las personas para ayudarlas y asesorarlas en estos momentos tan difíciles.
Por último, aquí dejo un test de Ansiedad para realizar una autoevaluación de vuestro nivel de ansiedad actual.
Fuentes:
- Echeverri, J.A. (2010) La prisionalización, sus efectos psicológicos y su evaluación. pENSANDO pSICOLOGIA, 11, 157 – 166.
- Ferrer, M., Serrado, J.J., Carbonell, X., Virgil, C. y Cebria, J. (2008). Nivel de ansiedad de jovenes infractores en un centro educativo de regimen cerrado. Anales de psicología, 24(2), 271 – 276.